Había estrellas sobre nuestras cabezas, sí, pero las que más brillaban estaban en el escenario. Europe, la banda sueca que marcó a fuego la historia del Hard Rock ochentero, desembarcó en el festival Starlite Occident de Marbella con la misma actitud que los hizo inmortales: sin concesiones y con la energía de una avalancha de decibelios.
La noche comenzó con ese magnetismo eléctrico que solo unas leyendas saben invocar. Luces, humo y un Joey Tempest desatado, saltando de lado a lado como si el tiempo no pesara. La banda sonó sólida, poderosa, dejando claro que sus himnos no han envejecido: han mutado en himnos generacionales.
«Carrie» nos tocó el alma, nos apretó la garganta. Joey gritó: “¡Cantar conmigo!”… y claro que cantamos. Miles de gargantas unidas por una sola melodía, por una sola emoción. Fue uno de esos momentos que se quedan tatuados para siempre, como cuando cierras los ojos y todo encaja.
Pero el chute de adrenalina llegó con «War of Kings», una de las joyas recientes del grupo que, en directo, suena como si hubiera nacido para incendiar escenarios. «¡De puta madre!», soltó Joey entre sonrisas, ganándose al público con su acento guerrero y una actitud que derrochaba gratitud y puro Rock.
Y cuando pensábamos que ya no podía ir a más… sonó «The Final Countdown».
Y entonces, se vino abajo el Starlite.
La locura, los saltos, el grito unísono. Y allí estaba él, ondeando una bandera de España, empapado en sudor y gloria, como un rockero que sabe perfectamente lo que representa cada acorde de ese tema para millones de almas.
Europe no solo ofreció un concierto: ofreció una ceremonia. Una misa rockera bajo las estrellas.
Y nosotros estuvimos allí, con la cámara en la mano y el corazón acelerado, capturando cada instante para revivirlo una y otra vez.