Robe fue mi compañero espiritual, la voz de nuestra generación, el fuego que ensanchó mi alma en cada verso. Ahora, en esta penumbra donde ya no existe su guitarra, repito en silencio un mantra que él nos legó: «Ama, ama, ama y ensancha el alma», tratando de llenar con su eco el vacío que deja su ausencia. Mi gratitud infinita por haberte escuchado me inunda, y las lágrimas caen sobre el frío suelo, no es solo dolor lo que me quema, es la despedida inmensa de un hermano de sangre que vive en cada nota suya.
La mañana del 10 de diciembre de 2025 estremeció al mundo del rock español: Roberto Iniesta Ojea, Robe, el carismático líder de Extremoduro, ha fallecido a los 63 años. Su agencia de comunicación describió el anuncio como “la nota más triste de nuestra vida” y lamentó la partida de “al último gran filósofo, humanista y literato contemporáneo de lengua hispana” cuyas melodías estremecieron a generaciones enteras. Dejó en el aire la última frase de su comunicado: “¡Vuela alto, hombre pájaro!”. El Ayuntamiento de Plasencia, su ciudad natal, decretó tres días de luto oficial y prepara un homenaje público en los próximos días para despedir al “maestro de maestros” en su propia tierra.
Legado indomable
Robe nació en Plasencia (Cáceres) en 1962 y, desde adolescente, combinó poesía y Rock con fiereza insolente. En 1987 fundó Extremoduro, banda que redefinió el Rock transgresivo español. Discos como Deltoya, Ágila, Canciones prohibidas y Yo, Minoría Absoluta se convirtieron en himnos generacionales, con letras intensas de rabia y ternura que desafiaban “las buenas maneras” sociales. Junto a su inseparable Iñaki “Uoho” Antón creó un sonido único de dobles guitarras incendiarias. Era común acabar sus conciertos con “Ama, ama, ama y ensancha el alma”, himno que Robe elevó a mantra liberador. Así, muchas de sus canciones (desde Jesucristo García hasta Salir o La vereda de la puerta de atrás) empaparon de emociones crudas el imaginario de varias generaciones.
En paralelo, Robe desarrolló una prolífica carrera en solitario. A partir de 2015 exploró nuevos sonidos sin renunciar a su intensidad lírica. En total dejó once álbumes de estudio entre Extremoduro y su proyecto personal. Por ejemplo, como solista publicó Lo que aletea en nuestras cabezas (2015), Destrozares, canciones para el final de los tiempos (2016), Mayéutica (2021) y Se nos lleva el aire (2023). En 2024 había sido distinguido con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, reconocimiento al legado de un compositor que fue “uno de los más destacados del Rock español”.
En su trayectoria también hubo tiempo para la valentía personal. Hace unos meses, en noviembre de 2024, Robe tuvo que cancelar los conciertos finales de su gira “Ni santos ni inocentes” tras ser diagnosticado de un tromboembolismo pulmonar. Pese a ello, había retomado fuerzas para trabajar en un nuevo disco; su última grabación conocida es la colaboración “Caída libre” con Leiva.
Voces quebradas en el rock
La comunidad musical entera se ha quedado huérfana de su espíritu. Amigos y colegas han inundado las redes con sus textos y recuerdos. El cantante Dani Martín, que creció coreando sus versos, compartió una foto con Robe y no pudo ocultar su desconcierto: “Tu voz me tocaba en las entrañas… ¿qué mierda es esta?”, escribió con la rabia de quien ha perdido una referencia absoluta. La cantautora Rozalén también le rindió tributo citando uno de sus versos: “Si te vas me quedo en esta calle sin salida…”, recordando la rabiosa poesía de “So payaso” como despedida. Incluso bandas emergentes como Viva Suecia evocaron su literatura canalla: en un mensaje sincero recordaron el verso de “La vereda de la puerta de atrás” – “que te entierren con la picha por fuera para que se la coma un ratón”–, convirtiendo esta imagen brutal en expresión de dolor compartido. Entre aplausos infinitos, los seguidores de Robe repostean versos como “Y si fuera mi vida una escalera, me la he pasado entera buscando el siguiente escalón”, quizá buscando subir entre lagrimas al siguiente peldaño tras su partida. Cada una de estas reacciones es un eco del vacío inmenso que dejó su partida, una herida abierta que ahora sanará solo de noche para reabrirse al día siguiente con cada recuerdo musical.
Plasencia en luto y homenaje
La ciudad que lo vio nacer llora a su hijo más famoso. Plasencia ha declarado tres días de duelo oficial y, como rezaba la nota de su sello discográfico, “en los próximos días se dará la información… sobre el lugar y la hora… del homenaje donde todos juntos podremos despedir a Robe”. Se espera que esa reunión popular de guitarras y versos en la plaza mayor sea un concierto eterno: un acto final cargado de rabia y gratitud, al compás de sus canciones.
FotoRock.es se une al coro de voces rotas para escribir su crónica más honesta: la de un fan que ha perdido a su guía poético. Como decía el propio comunicado oficial de despedida, “¡Hasta siempre, maestro!”, y la puerta se queda entreabierta al recuerdo de sus palabras. El compositor de Extremoduro nos enseñó –y aún lo hace– a amar la música con pasión total. Hoy somos todos un puñado de músicos conversando con su eco, cantando su letra en la garganta; aún sentimos esa “herida que cerrará de noche y abrirá de día” porque su voz sigue viva en nuestro altavoz.
Que el ruido no acabe —que el ímpetu continúe. Que su palabra siga viva, que su grito siga volando.
Y dejo las canciones sin final
Por si un día quiero regresar
Y nada fuera cierto…



