La noche arrancó con D’John, que inundaron el escenario con una fusión perfecta de dulzura y potencia. La voz de Amanda cautivó a los asistentes con su capacidad para alternar entre delicados matices y una fuerza arrolladora, mientras Sasha al teclado aportaba la melodía que elevó cada tema. La química de la banda y su conexión con el público transformaron su actuación en una experiencia cargada de energía y buen rollo.
Sin duda, dejaron una marca imborrable en esta edición del Fresquito Festival.